martes, 12 de marzo de 2013

A veces, una se cansa de sonreír siempre...

A veces, uno se cansa.
Se cansa de lo suyo, de lo ajeno,
de lo blanco y de lo negro.
Uno se cansa si camina demasiado,
o si se pasa, al sol de la terraza.

A veces, uno se cansa de vivir, de los días
que pasan, pero no avanzan.
Los días prometidos, que ni llegan
ni te arrancan los días prohibidos.
Uno se cansa de desear la muerte
con tanto que agradecer a sus espaldas.

Porque a menudo, el cansancio,
ni es físico, ni tímido. Se te escapa...
Porque a menudo, cuando estás rabioso,
agotas al que se queda, al que siempre te espera.
Esa última gotita de agua que puede apagarte la sed,
o al menos, aliviártela...

A veces, uno se mira a sí mismo, y sonríe.
Porque hay que reírse de lo que somos,
sobre todo si no quisimos serlo.
Porque hay que reírse de lo que no somos,
sobre todo, si somos tan pelotudos
que no rompemos ya con lo que nos impide serlo.

A veces, pero sólo algunas raras veces,
uno se cansa de sonreír siempre...


No hay comentarios:

Publicar un comentario